lunes, 6 de septiembre de 2010

Nunca más


Un triste aniversario. Un 6 de septiembre de 1930 se producía el primer Golpe de Estado en la historia constitucional de nuestro país. El General José Félix Uriburu derrocó a un Hipólito Yrigoyen bastardeado por la prensa y resistido tanto por la oposición conservadora como por la misma clase media que le había dado su apoyo en las elecciones de 1928. La crisis económica mundial y la debacle política, apoyadas en la imagen personalista de Yrigoyen, fueron las principales causas del derrocamiento.


De allí en adelante, se inició una historia que se repetiría de forma constante al menos una vez por década. Al golpe de 1930 le siguieron el de 1943, cuando Juan Domingo Perón derrocó a Ramón Castillo; a su vez, el propio General Perón sería derrocado en 1955, a manos de la llamada Revolución Libertadora. En 1962 tuvo lugar el cuarto golpe de Estado, esta vez a Arturo Frondizi. Apenas cuatro años más tarde, Juan Carlos Onganía deponía en el poder a Arturo Illía, esta vez amparado bajo el nombre de Revolución Argentina. Finalmente, en 1976 llegó el Golpe de Estado más violento de la historia argentina. El Proceso de Reorganización Nacional, que derrocó a Estela Martínez de Perón, desapareció más de 30 mil personas en su supuesta guerra antisubversiva.
Si bien todos los golpes de Estado son violentos, tomando como medida que la Constitución Nacional deja de tener vigencia y todos los derechos y garantías individuales son cercenadas, la violencia física comenzó a hacerse explícita en el golpe de 1955. Por primera vez, y sea de manera clandestina o pública, decenas de opositores o simpatizantes fueron fusilados. Rodolfo Walsh narra estos hechos en la novela inaugural del género de la no - ficción, Operación Masacre.
Mientras que en los cuatro primeros golpes, el Ejército tomó el poder de manera provisional, en 1966 y en 1976 se establecieron de forma permanente, en lo que se conoce como Estado Burocrático - Autoritario.
Lo que llama la atención de estos procesos políticos es el apoyo que tuvieron por parte de los medios de comunicación a lo largo de la historia y de diversos sectores de la sociedad, desde la clase media hasta la Iglesia Católica. El dolor y el terror impuesto entre 1976 y 1983 se convirtió en un reclamo constante de justicia y verdad, y un llamado a que no suceda nunca más.
Hoy se espera que el de 1976 haya sido el último golpe de Estado. Hoy se cumplen 80 años del primero, allá por 1930. Y no hay nada que festejar.

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